En nuestro país hay un esfuerzo por englobar toda la cadena productiva agropecuaria dentro del concepto “Agroindustria”.
En la Argentina, normalmente somos habidos a la construcción de conceptos y relatos. El nuevo gran concepto utilizado, tanto en “nuevos organismos” de representación, como en políticas públicas es el de “AGROINDUSTRIA”.
Desde el sentido común, el término “Agroindustria” hace referencia simplemente a un sector de la industria dedicado a la trasformación de productos procedentes de la actividad agrícola, ganadera, forestal, hortícola, frutícola, y por qué no también de la pesca.
Desde hace unos años, en nuestro país hay un esfuerzo por englobar toda la cadena productiva agropecuaria dentro del concepto “Agroindustria”, es decir, la producción primaria, los servicios, la logística, la comercialización todos englobados en un concepto acotado que no los representa.
Es el Estado, junto a los sectores industriales y comerciales más concentrados quienes han promovido esta conceptualización, incluso impulsando espacios de representación, donde por ejemplo la presencia de los representantes de los productores primarios se ve notablemente diluida, e incluso sus intereses tremendamente afectados.
Es necesario visualizar la Cadena Productiva, con todos sus eslabones correspondientes, dónde la Agroindustria no es más que un eslabón (y ni siquiera el más importante). Pensar la Cadena Productiva Agropecuaria, Agroindustrial, Comercial y de Servicios, cómo un todo homogéneo, es una gran falacia. Cada eslabón de esa cadena tiene intereses claros, y disímiles. Muchas veces la posición de un eslabón de la cadena afecta notoriamente los intereses de otro eslabón.
No es necesario que le expliquemos la histórica relación de tensión entre los industriales lácteos, y los tamberos, lo mismo llevado a la tensión entre los industriales y las cadenas de comercialización.
La discusión de la Ley de Semillas, por ejemplo, expresa claramente la tensión entre eslabones de la cadena, y el rol que asumen cada uno de ellos.
La Cadena Productiva es un espacio de tensión permanente, dónde el Estado debería mediar o arbitrar los equilibrios entre dichos eslabones, sobre todo garantizando el desarrollo del eslabón más importante y el más vulnerable: “el productor primario”.
La ausencia de políticas públicas de largo plazo, ha hecho que el Estado sea simplemente un Estado recaudador, sin perspectiva de largo plazo, ni capacidad de equilibrar las posiciones en la cadena. Es más generalmente, termina interviniendo en favor de los sectores más concentrados, y en detrimento de los sectores más vulnerables.
A quienes hablan de AGROINDUSTRIA como un concepto global, les pregunto: ¿puede existir INDUSTRIA sin materias primas? ¿Puede existir AGROINDUSTRIA sin Productores Agropecuarios?
Estas preguntas pretenden interpelar, tanto a los sectores industriales, como comerciales, pero sobre todo a la política. Si comparamos los Censos Nacionales Agropecuarios, constatamos que entre 1988 y 2018 desaparecieron aproximadamente 170.000 productores, lo que pone en evidencia cuál de los eslabones de la cadena es el más afectado, tanto por las políticas estatales, cómo por los lobbys de las grandes empresas.
Es hora de empezar a reflejar que sin productores no hay cadena, y que la cadena empiece a dedicarse a cuidar a los productores, y el Estado deje de ser un simple recaudador fiscal. Porque la AGROINDUSTRIA NO ES TODO, Y SIN PRODUCTORES NO HAY AGROINDUSTRIA.