Quien gobernó entre 1963 y 1966, imaginó una confederación argentino chilena con capital en Córdoba, fue el primer presidente de todo el mundo occidental que comercializó con China, y creó el G-77.
El próximo 10 de mayo a las 16:30 en la sala Alejandra Pizarnik de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, el escritor Agustín Barletti presentará su novela histórica “Salteadores Nocturnos” sobre la vida de Arturo Umberto Illia.
Resulta oportuna esta publicación para rescatar la figura de un presidente que, durante sus mil días de gobierno entre 1963 y 1966, logró guarismos que no volverían a repetirse.
El PBI creció al 10,3% anual, redujo la deuda externa, el 24% del presupuesto de educación fue el más alto de la historia, obtuvo el mayor triunfo diplomático sobre Malvinas, sancionó la Ley del Salario Mínimo Vital y Móvil, casi sin inflación bajó el gasto público, la tasa de desempleo era del 4,4%, y la lista sigue.
Sin embargo, y como bien lo señala el autor, “la escala de estadista solo alcanza a unos pocos gobernantes que, como Illia, supieron adelantarse a los acontecimientos».
Un ejemplo es el paso que dio en 1965, cuando imaginó constituir una confederación argentino chilena con capital en la ciudad de Córdoba que hubiese generado sólidos beneficios para ambos lados de la cordillera. De tal forma, Illia se adelantó en dos décadas al proceso de integración regional, que finalizaría con la constitución del Mercosur.
Con su visión a largo plazo, el gobernante argentino sabía que el país precisaba un puerto en el Pacífico y le ofreció a Chile uno en el Atlántico. Nuestros vecinos lo necesitaban para sacar el cobre y nosotros para los granos. Illia ya pensaba en los países asiáticos como poderosos compradores de Argentina y Latinoamérica. De hecho, fue el primer presidente de todo el mundo occidental que comercializó con China al venderle el excedente de la cosecha de trigo en 1964. Además, la confederación sepultaba disputas centenarias y avanzaba en la integración regional.
Por todos estos motivos, Illia gestionó y logró una entrevista con su par chileno Eduardo Frei el 28 de octubre de 1965 en Mendoza.
Los dos jefes de Estado eran grandes estudiosos de la historia. Illia sabía que, desde los tiempos de la lucha por la independencia, existían en Chile dos fuerzas que pugnaban por imponer su posición: una moderada encarnada por Bernardo O’Higgins y otra de extrema derecha comandada por los hermanos Juan y José Carrera. Cuando el general San Martín preparaba el ejército libertador para el cruce de los Andes, los Carrera cruzaron la frontera, se asentaron en Mendoza, y organizaron una fuerza guerrillera para combatir a O’Higgins. Finalmente, los revoltosos hermanos fueron detenidos y fusilados en abril de 1818, por una decisión compartida entre San Martín y O’Higgins.
–¿Qué piensa señor Presidente del fusilamiento de los hermanos Carrera? –le dijo Illia a su colega trasandino ni bien lo tuvo frente a frente.
–Estoy convencido de que San Martín y O’Higgins no podían hacer otra cosa que ordenar el fusilamiento, porque perturbaban la campaña del ejército libertador –respondió Frei sin dudar un segundo.
–Si ese es su pensamiento –dijo Illia– no tengo duda de que nos vamos a entender y que lograremos acuerdos en nuestros problemas comunes.
Este proceso de integración quedó lamentablemente trunco con el golpe de Estado que derrocó a Illia en junio de 1966. Trece años más tarde, los dictadores Jorge Videla y Augusto Pinochet estuvieron a segundos de arrastrar a los dos países a la guerra.
Otro ejemplo remarcado por Agustín Barletti: meses antes de la Conferencia Internacional de Comercio y Desarrollo de Ginebra de 1964, por sugerencia de Arturo Illia, se reunió en Alta Gracia, Córdoba, a 77 países con las mismas inquietudes y perspectivas. La idea, que en definitiva se acordó, fue la de realizar una presentación conjunta frente a los países industrializados. Se consensuó una posición única y así nació el G-77. Hoy con el mismo nombre, pero conformado por 134 países, este bloque realiza declaraciones conjuntas sobre temas específicos, y coordina un programa de cooperación en asuntos relativos al comercio, industria, alimentación, agricultura, energía, materias primas, finanzas y asuntos monetarios.
Arturo Illia también fue un adelantado cuando, luego de anular los contratos petroleros, impulsó en 1965 el armado de la Asociación Regional de Empresas de Petróleo y Gas Natural en Latinoamérica y El Caribe (ARPEL). Con la reciente inclusión de los biocombustibles esta asociación aún está en vigencia e interactúa con la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
En lo que respecta a la infraestructura para una mejor integración con los países vecinos, la administración Illia avanzó con el proyecto de electrificación del Ferrocarril Trasandino entre Mendoza y Polvaredas, y el mejoramiento del camino internacional entre Mendoza y Las Cuevas, obras aptas para cualquier tipo de carga. La conexión con el Paraguay se vio fortalecida mediante la terminación de la ruta 12, que une el sistema mesopotámico con la ruta internacional de Curitiba a Asunción y la finalización de la ruta nacional 11 entre Resistencia y Clorinda. Finalmente, la pavimentación de la ruta nacional 34, entre Rosario y Santiago del Estero permitió un mejor transporte de nuestros productos a Bolivia.
En 1968, Arturo Illia viajó a los Estados Unidos por invitación de la universidad de Harvard para participar de un seminario y conferencias sobre “Latinoamérica, meta del desarrollo”. Expresó en la ocasión su creencia respecto a que “algún día el mundo habría de integrarse en su totalidad, aunque previamente lo harían los continentes”.
La Organización de Estados Americanos lo invitó en 1978 a Costa Rica, y también asistió en 1980 a las deliberaciones del Parlamento andino que se llevaron a cabo en Colombia.
Cargada de anécdotas y jugosos datos históricos, de la novela “Salteadores Nocturnos” surge que antes de partir a Costa Rica, Arturo Illia le pidió a su hermano Ricardo los U$D 210 que tenía ahorrados y que él guardaba. Los puso en su maletín y emprendió viaje. Cuatro semanas después, al regresar, le devolvió U$D 200 pues solo había U$D 10. Para esa altura, el reconocimiento internacional a Illia como líder en la integración regional era tal que nadie le permitía meter la mano en el bolsillo para pagar una cuenta.
Quienes deseen participar de la presentación de esta novela histórica pueden solicitarlo al e-mail: salteadoresnocturnos@gmail.com